El mundo era un espejo
donde el asombro ardía con la forma del caos.
La violenta costumbre de las cosas
se regía en la ley de colmar el silencio
y a falta de dulzura
la vida enmascarada desbordaba sus dones
con la simple llaneza de la espiga
la flecha enardecida del relámpago
y el beso imperceptible del rocío.
Nada auguraba mi nombre entre la niebla
la huella de mi paso taciturno
el secreto susurro de mi voz en desvelo
y un orden de cadenas
para el aire y el fuego.
Recuerdo todavía mi soberbia y mi anhelo.
Nunca tuve virtudes que me hicieran hermano
de la lluvia, del árbol, del gusano, del mar,
hambriento de mí mismo devoré los crepúsculos
y anduve sin fronteras en busca de la sed.
He dejado una herencia de preguntas y ruegos
lejanas cicatrices
mi caricia perversa
una luz sin perdón.
Fui nada más que un soplo, una intención de cielo,
y la cúpula antigua de mi estirpe
lleva la cruz clavada de haber imaginado a Dios.
DESPUÉS DEL FUEGO
Quisiera que te olvides de mi nombre
que soy de raza blanca
y de una condición ligera como el viento.
Quisiera que no sepas que hablo una extraña lengua
que amé una antigua religión que ahora no profeso
y que anduve descalzo por la vida
para aprender el idioma cotidiano de las piedras.
No pienses que nací hace miles de años
y tengo un rostro donde nada es cierto
porque fui cazador de misterios sutiles
y por lo tanto soy inconcebible
para un mundo que se extingue sin asombro
mientras respira el humo de su propio incendio.
Sólo si olvidaspuedo enseñarte el modo de hallar mi encrucijada
las palabras perdidas que dije sin malicia
el perdón
la piedad
el vicio de soñar
y el amor que de noche ardía entre canciones
para saber morir por nadie y para siempre.
Tal vez aún estoy detrás de tanta lucha
centinela constante de una vigilia inmensa
hay que escarbar por los escombros
y ver si todavía
mi mano deshojada se aferra a la agonía.
EL CRISTO
No me queda consuelo en los bolsillos
ni una pizca de luz
envuelta en el pañuelo.
Siento que voy vacío por las calles
con los ojos atentos a los tristes semáforos
el paso aligerado en la terrible multitud
siguiendo la marea de cuerpos y silencios.
Si alguien llora a mi lado
lo miro desde el pozo que soy
desconsolado
y si alguien sonríe
me aparto de su gesto
con el traje de sombras intacto y ajustado.
Hay una larga desmemoria
una lenta y precisa pesadumbre
que me roba la vida con dulzura
estoy de gris, con guantes acerados,
seguro de no ser
amurallado.
Los relojes del día se inclinan con las horas
y una nostalgia sin sosiego
me calza en los zapatos.
Intento recordar
como era ser ardiente valiente cultivado
me busco hasta el cansancio
y repito mi nombre como un bálsamo.
Tengo un vago latido de corazón en vuelo
de caracol sin armadura de árbol frutado
una luz que me viene de golpe
me toma la mirada
me recorre los párpados
breve latir de arena corto rumor de pájaros.
Quiero que vengas ya
a ponerme una bomba debajo de la almohada
a barrer con escoba de aluminio
este dormir mortal.
Camino con la cruz
¿no me ves?
arráncame los clavos.
EDUARDO CHAVES